viernes, 1 de abril de 2016

Raro

Pálida y flacucha, la espigada criatura vestida de otra época y gusto alzó la mirada y pensó, como otras tantas veces, que este mundo le contenía por accidente o por error. Su madre llegó a creer que por eso comía tan poco y tan mal. Nunca se dijeron el uno al otro, porque quizá nunca lo supieron, que ambos llevaban un poco de razón.

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