domingo, 17 de marzo de 2013

Sí, dígame


SUCESOS. Capital. E.C., de 28 años, protagonizó una situación sorprendente propia del cine de acción cuando ayer por la noche redujo a los tres ladrones que entraron en su casa, le amordazaron y ataron de pies y manos. La policía aún intenta explicar varios detalles, especialmente cómo E.C. fue capaz de soltarse sin ningún tipo de ayuda y reducir él mismo a una banda de profesionales, y por el momento no ha dado más detalles. “El teléfono no dejaba de sonar y ellos no tenían ninguna intención de cogerlo”, explica el propio E.C. “Me estaba sacando de quicio”, añadió.

sábado, 9 de marzo de 2013

Axiomas


- ¡Inadmisible! ¡Inadmisible! – bramó la líder de la oposición, con la energía que le era característica y amenazando con desconchar la vieja pintura del techo - ¡Esto resulta sencillamente inadmisible! ¡El Presidente ha perdido toda su legitimidad!
Golpes y retumbos en las bancadas del ala opositora de la Cámara Alta de la Nación. La acusación era osada, incisiva, punzante, muy propia de la cabeza de la oposición, que arropada por el apoyo de los suyos dejó un gesto altanero para la televisión y los informativos. Dejó en el aire sus alegatos, con su tiempo perfectamente calculado hasta el momento de la última puntilla.
- Es axiomático – decenas de diputados de ambos bandos hicieron rápidamente y casi al unísono una búsqueda del desconcertante vocablo -. La Nación necesita ELECCIONES, y las necesita con urgencia. De lo contrario amenazamos al país con una situación de ingobernabilidad severa.
Nuevos aplausos desde la bancada opositora, que se veía ya dueña del debate. Era algo axiomático. Definitivamente, pensaron decenas de diputados, esa palabra haría furor en el informativo de la tarde. Axiomático. El Palacio Presidencial estaba muy cerca.
La sensación de júbilo general en el ala de la oposición no pareció hacer ninguna mella en el Vicepresidente, que al recibir su turno de palabra se levantó de su escaño y aguardó unos segundos de cortesía a que sus adversarios dejaran de comportarse como adolescentes que acaban de descubrir una revista pornográfica. Tomó su micrófono, carraspeó y trató de enderezar aquel revés. Sería duro y seguramente ingrato, no cabía duda. Pero para algo era quien era.
- Señores diputados, señorías; no esperen que por mi boca se les pueda llamar cuervos – risas cada vez a mayores en el ala del partido del Gobierno -. En lugar de eso, me limitaré a decir que mi Partido y mi Gobierno se encuentran en una muy sana posición para continuar con la gobernanza y las riendas de la Nación, y por delicado que pueda ser el estado del Presidente, de cuerpo aquí presente, puedo asegurarles que cuenta aún con más dotes de liderazgo y buen gobierno que toda su plantilla.
Los aplausos que abrumaron a la Cámara vinieron ahora del bando gubernamental, que encontró renovadas fuerzas en el discurso del Vicepresidente, no tan enérgico como el de su adversaria, pero suficientemente contundente como para poner los puntos sobre las íes en el imaginario colectivo y la opinión pública.
Tal vez algo aún pudiera salvarse.
La líder opositora, sin esperar con demasiado rigor la autorización de su turno, saltó del escaño y muy elocuentemente señaló con ambos brazos extendidos al Presidente de la Nación. De cuerpo allí presente, no cabía duda, pero tal vez solo eso, y era muy posible que el resto hubiera volado lejos, porque hacía días que, tras interminables jornadas de agonía política e indecisión médica, había fallecido, y nadie había tenido aún la iniciativa de retirarle de su escaño. Al parecer, faltaban órdenes. Sus órdenes.
- ¡Delicado, dice usted! – exclamó, como si todo el mundo hubiera tenido que atrapar un sarcasmo involuntario - ¡Delicado estado del Presidente! 
El Vicepresidente volvió a carraspear, pero se ahorró cualquier réplica. En el asiento anterior, la Ministra de Sanidad trató de aparentar vida artificial dando algunos empujoncitos muy disimulados a su fenecido Jefe de Gobierno. El torpe meneo del cuerpo del Presidente asustó a algunos parlamentarios, especialmente de la oposición, pero su líder se mantuvo firme y se preparó para el golpe final, el argumento más clarividente, la obviedad que todos parecían haber pasado por alto.
- ¡Está claro que el Presidente ya no puede firmar decretos!
Rumor de aprobación generalizada por toda la Cámara. Incluso por algunos miembros del partido gubernamental. El Gobierno en funciones tendría que declararse, de facto, acorralado.

martes, 5 de marzo de 2013

La guerra del francés


¿Tú llegaste a conocerle? Era un tipo con fantasía, mi cuñado. Con imaginación, aunque otra forma de llamarlo es bobo, y yo pues prefiero llamarlo así. Porque hay que ser corto. Pues no dijeron que había dragones en Madrid y, con los ojos haciéndole chiribitas como si fuera un imberbe, un mozo bobalicón de los que piden collejas a gritos, cogió el caballo y se fue para la capital sin decirles nada a la mujer y a los críos. Así, claro, se libró de la puta colleja, de la mía. Se la habría dado con todo el alma.
Que qué pasó con él, claro, querrás saber. Pues tardamos, tardamos un poco en saberlo, y mi hermana estaba que no vivía, la pobre, con todo el asunto ese de los franceses tirando a la gente... Que por mucho que estuvieran casados yo no lo he entendido nunca, porque era tonto de los de verdad, pero a ella se le iba la vida por la boca, se le estaba yendo todo. Hasta que un día nos llegó por el del correo que, según decían, al poco de llegar la caballería francesa en alguna carga le aplastó la cabeza.
Un tipo con fantasía, oye. La derrochaba. Si te digo que al final vio dragones.